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Las heridas de la infancia



Las heridas de la infancia o heridas emocionales se crean en una edad muy temprana, normalmente entre el primer año de vida y los siete años. Se activan a causa de situaciones o hechos traumáticos que nos provocan alguna emoción desagradable, como tristeza, rabia, miedo, vergüenza, etc. y como bebes o niños/as que somos en ese momento no lo sabemos gestionar de un modo adecuado. Esto provoca en nosotros unos bloqueos que si no los sanamos nos harán reaccionar como un niño/a herido/a a determinadas situaciones que nos trasladen a esos bloqueos de la infancia, generándonos mucho malestar a nosotros mismos y nos afectará en muchas otras áreas de nuestra vida, como las relaciones, el dinero, el éxito, etc.

A lo largo de nuestras vidas, con el propósito de no sufrir, ya sea por miedo, vergüenza, humillación... vamos desarrollando "unas máscaras" que hacen que cambiemos nuestra verdadera manera de ser y nuestros comportamientos.

Por ejemplo, cuando los padres o las madres nos riñen, nos comparan, nos humillan (o nosotros como niños/as lo interpretamos como tal) vamos adaptando nuestra manera de ser según lo que está bien o mal aceptado socialmente, según lo que se espera de nosotros.


En la adolescencia este hecho en vez de mejorar en la mayoría de los casos empeora. No es necesario especificar la importancia que tiene en esta etapa de la vida, el ser aceptado entre el grupo de iguales. La necesidad de pertenecer nos hace adaptarnos a los/as demás, desconectándonos cada vez más de nosotros/as mismos/as, de quién somos y como somos en realidad.


LAS HERIDAS DE LA INFANCIA SON CINCO:

HERIDA RECHAZO: Las personas que están influenciadas por esta herida, a rasgos generales, suelen ser personas más bien introvertidas, les gusta pasar desapercibidas y no les gusta hablar cuando están en grupo. Prefieren no dar su opinión, ya que creen que a nadie le va a interesar. Suelen tener un sentimiento de falta de merecimiento, se sienten distintos/as al resto de personas, incluso de sus familiares.

Su gran miedo es sentir pánico, enfrentarse a los problemas, a personas y hacen cualquier cosa para evitar un conflicto. Lo cual les lleva a desarrollar la máscara de personas HUIDIZAS. Se escabullen.


HERIDA DE ABANDONO: Las personas influenciadas por esta herida suelen ser personas extrovertidas, les encanta estar rodeadas de personas. Suelen organizar planes continuamente, les gusta ser el centro de atención. Suelen ser personas muy empáticas, pero al final acaban llevándolo todo a su terreno.

Se las dan de personas generosas, pero inconscientemente solo buscan la atención de los/as demás. Constantemente les invade una sensación de tristeza sin saber muy bien el por qué.

Otra característica de las personas cuando suelen tener esta herida activada es que suelen exhibir un lado teatral, más bien dramático cuando cuentan acontecimientos tanto de su vida como de la de los/as demás. Y suelen achacar sus problemas a la vida o a la mala suerte. No saben asumir su responsabilidad.

Su gran miedo es la soledad y la máscara que desarrollan es la de personas DEPENDIENTES. Se agarran físicamente a los/as demás.

Estas personas en las relaciones son propensas a no dejar nunca ellas a sus parejas y por este motivo pueden estar durante años atadas a relaciones que pueden llegar a ser muy abusivas.


HERIDA DE HUMILLACIÓN: Las personas influenciadas por esta herida suelen ser personas indecisas. Pasan la mayor parte del tiempo ocupándose de otras personas, en especial sus seres queridos, dejándose a ellas de lado. Suelen tener el sentimiento de estar atrapadas, de no poder cumplir nunca sus sueños, siempre hay algo o alguien que se lo impide.

Suelen ser personas bondadosas que reprimen disfrutar de sus sentidos, en especial de la sexualidad, ya que la asocian con culpa o pecado.

Cualquier cambio les cuesta mucho aunque sea favorable. Dejar una relación, un trabajo, mudarse...

Las personas que se han sentido humilladas de pequeñas, suelen hacer bromas burlándose de sí mismas e incluso cuando alguien abusa de ellas pueden llegar a excusar a la persona que lo hace.

Las personas que en la infancia o adolescencia han tenido alguna historía de abusos y maltratos suelen tener esta herida activada y suelen, también, repetir patrones de relaciones de maltrato en la adultez. Su gran miedo es la libertad y la máscara que desarrollan es la de masoquistas.


HERIDA DE LA INJUSTICIA: Las personas influenciadas por esta herida son muy sensibles, pero desarrollan esa capacidad de no sentir esa sensibilidad y menos aún de no

mostrarla a los demás. Por eso parecen frías e insensibles.

Son muy optimistas, demasiado, una de sus frases es “no tengo ningún problema”, el hecho de decirlo o pensarlo hace creer que las situaciones problemáticas se solucionaran de

inmediato. Además, hacen lo posible por solucionarlo por sí mismas y no piden ayuda, más que como último recurso.

Las personas con esta herida son muy exigentes consigo mismas en casi todos los ámbitos de su vida. Tienen una enorme capacidad para controlarse a sí mismas y para imponerse tareas. Les cuesta más ser favorecidas que favorecer a los/as demás, por ese motivo también les cuesta aceptar regalos, ya que después se sienten en deuda.

La ira, sobre todo consigo mismas, es la emoción más predominante, cuando montan en cólera su primera reacción es atacar. No pueden evitar hacer daño al/la que tienen enfrente, aunque después se arrepientan y pidan disculpas.

El temor a equivocarse es muy fuerte en las personas que tienen activada esta herida, por lo que quieren adquirir todo tiempo habilidades para ser perfectas lo antes posible. Casi siempre tienen algo que hacer en su vida cotidiana, les cuesta mucho relajarse sin sentirse culpables.

Creen que les aprecian por lo que hacen, y por su aspecto.

Su gran miedo es la frialdad y la máscara que desarrollan es la de personas rígidas.


HERIDA DE LA TRAICIÓN: Las personas influenciadas por esta herida suelen mostrar firmeza, fuerza, para poder demostrar "que yo soy responsable, pueden confiar en mí".

Tienen una personalidad fuerte. Afirman lo que creen con firmeza y esperan que los demás acepten lo que piensan. Se forman rápidamente una opinión sobre algo o alguien y están convencidas de tener razón. Dan su opinión de forma categórica y quieren convencer a los/as demás a toda costa.

También son hábiles para adivinar las expectativas de los demás. Pueden decir o responder algo en función de los deseos de los demás, aunque esto no suponga exactamente que tengan la intención de hacer lo que acaban de decir.

Las personas con esta herida activada son rápidas en sus actos, por lo que comprenden y desean comprender rápidamente. Y les resulta difícil tratar con personas que se toman su tiempo para contar o narrar algo, por lo que suelen interrumpir y responder incluso antes de que su interlocutor haya terminado de hablar.

Tienen una gran actividad mental. Cuanto más profunda es la herida, más querrán tener el control y prever todo, para evitar sufrir traición. Esta gran actividad mental les impide disfrutar de la vida y vivir el presente, ya que la mayor parte del tiempo está en

la mente, en cómo deben ser las cosas según ellos/ellas, y no en el sentir o en el presente.

También les ocurre, que no les gusta encontrarse en situaciones en las que no puedan dar respuesta a una pregunta, ante lo cual prefieren decir cualquier cosa, con el riesgo de estar

equivocados/as antes de decir un, no lo sé. Lo mismo hacen con ellas/os mismos/as queriendo darse una explicación racional a todo lo que no entienden con los sesgos cognitivos que eso conlleva. Con lo que en muchas ocasiones se mienten a si

mismas.

Su gran miedo es la traición y la máscara que desarrollan es la de personas controladoras.








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